La Historia Ancestral de los Huicholes. Los guardianes del tiempo
Ilustracion huichol que retrata la conexión con el Dios Tatewari. |
Hace muchos soles, cuando el mundo aún era joven y los dioses caminaban entre nosotros, los wixárikas fueron creados por Tatewari, el Gran Abuelo Fuego, quien sopló su aliento de vida en la arcilla y dio forma a nuestros primeros padres.
Nuestros antepasados aprendieron a amar y respetar a la Madre Tierra, reconociendo su generosidad y su fuerza, y juraron protegerla con su vida.
Como en los días antiguos, cuando las montañas aún no tenían nombre y las estrellas eran jóvenes, nuestros ancestros emprendieron un viaje sagrado hacia el inospito desierto de Wirikuta, la tierra de la flor que camina.
Durante días y noches, caminaron bajo el sol abrasador y las estrellas brillantes, con el canto de los pájaros y el susurro del viento como compañeros de viaje.
Al llegar a Wirikuta, nuestros antepasados se encontraron con un paisaje árido y desolado, donde la vida parecía estar ausente. Pero en medio de la aridez, encontraron la flor que camina, el peyote, creciendo humildemente en la arena dorada. Era una visión sagrada, una revelación divina que llenó sus corazones de asombro y reverencia.
Con gran respeto y gratitud, nuestros antepasados recolectaron las semillas del peyote, sabiendo que estas pequeñas joyas contenían el poder de la visión y la sanación. Con las semillas en sus manos y el Espíritu del Peyote como su guía, emprendieron el regreso a casa, llevando consigo el regalo de la sabiduría ancestral y la luz espiritual del peyote, como un regalo de Tatewari para la humanidad.
El viaje de regreso fue tan arduo como el viaje de ida, pero nuestros antepasados perseveraron, alimentados por la esperanza y la fe en el poder del peyote. Finalmente, después de muchas lunas, regresaron a nuestras tierras ancestrales, donde sembraron las semillas del peyote en la tierra fértil, asegurando así la continuidad de nuestra conexión sagrada con la planta divina.
Nuestros antepasados con esta historia nos enseñaron a honrar a los dioses de la naturaleza, a celebrar los ciclos de la vida y a respetar la sacralidad de toda forma de vida.
A lo largo de los siglos, hemos enfrentado desafíos y adversidades, pero nunca hemos perdido de vista nuestra conexión con lo sagrado. En cada ceremonia, en cada canto, recordamos la historia de nuestros antepasados y renovamos nuestro compromiso con la tierra y con nuestros hermanos.
Hermanos y hermanas, les pido que en esta noche de fuego y estrellas, recordemos con gratitud a aquellos que vinieron antes que nosotros, cuyos pasos aún resuenan en las montañas y cuyos susurros nos guían en la oscuridad.
Que su legado nos inspire a vivir con valentía y amor, honrando siempre la memoria de nuestros antepasados y la belleza de la tierra que nos sustenta.
"Ma'aka'ari ihiyari"
"buenas noches"
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