¿Por qué el desierto Wirikuta es venerado por los huicholes?

Wirikuta se yergue como el ombligo del mundo, el punto donde las venas de la tierra laten al unísono con el corazón de los dioses. Es un espejo del cielo en la tierra, un santuario donde las estrellas bajan a danzar con los espíritus de los antiguos.


Fotografía del desierto Wirikuta
Fotografía del desierto Wirikuta


Wirikuta es un desierto ubicado principalmente en el estado de San Luis Potosí, en México, aunque también abarca partes de Zacatecas y Jalisco.


El desierto de Wirikuta es una región semiárida, caracterizada por temperaturas extremas que pueden alcanzar los 40 grados Celsius durante el día y descender considerablemente por la noche. Las lluvias son escasas y la vegetación está adaptada a la sequedad del clima.


Este desierto es el hogar de varias especies de fauna, como el venado cola blanca, el coyote, el zorro y una gran diversidad de aves y reptiles. Además, es conocido por ser el hábitat natural de la planta sagrada wixárika del peyote (Lophophora williamsii).


El peyote, la planta sagrada, es el hilo de luz que nos conecta a los huicholes con el gran misterio, es la escalera de jade que los lleva a los cielos más altos. 


En Wirikuta, los wixárika lo buscamos como el pájaro busca el canto del viento, como el río busca el abrazo del mar. El peyote es la brújula en la oscuridad, nuestra guía en el laberinto de la existencia.


El desierto de Wirikuta es un lugar sagrado para los wixárikas ya que cada año realizamos una peregrinación a Wirikuta, como nuestro dios Tatewari les enseñó a nuestros antepasados, para recolectar el peyote en un viaje ceremonial que nos conecta con nuestros antepasados ​​y con la tierra. En este sagrado trance, nos fundimos con la esencia de nuestros antepasados, con la memoria de la tierra, y con la sabiduría que yace en los recovecos del universo.


Esta peregrinación es un acto de respeto y gratitud hacia la naturaleza, y nos ayuda a mantener viva nuestra cultura y nuestra espiritualidad.


Por eso, la protección de Wirikuta es fundamental para mantener este lugar espiritual intacto para la humanidad. En medio del caos del mundo, donde la guerra y la desigualdad acechan, este desierto sagrado se erige como un refugio de paz y sabiduría. Es un faro de esperanza en la oscuridad, un santuario donde los corazones cansados pueden encontrar consuelo y renovación. La preservación de Wirikuta es esencial para que las futuras generaciones puedan seguir buscando en su vasto horizonte la luz que guía el camino hacia la armonía y la conexión con lo divino.


Desgraciadamente estos ultimos años de la tierra hemos enfrentado desafíos constantes debido a la explotación minera y al desarrollo irresponsable que amenazan este territorio sagrado, a parte de la actividad turistica irresponsable que no busca la protección de nuestras tierras


Si Wirikuta es destruido, perderíamos no solo un paisaje único, sino también un lugar de profundo significado espiritual y cultural para todo el pueblo wixárika.


 Por eso, luchamos incansablemente por su preservación, no solo por nosotros mismos, sino por las generaciones futuras y por toda la humanidad. 


Wirikuta es nuestro tesoro más preciado, y su protección es nuestra responsabilidad y nuestro deber como guardianes de la tierra.


Para nosotros, Wirikuta es el abrazo amoroso de los dioses, el refugio seguro donde encontramos paz y armonía en medio del caos del mundo moderno.



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